Ceramidas: se tratan de lípidos intercelulares que se pueden encontrar en nuestra propia piel y tienen la función de unir las células para evitar la sequedad de los tejidos. Muchas veces se ha comparado la ceramida como el ‘cemento’ de nuestra piel. Si el número de ceramidas empieza a disminuir, nuestra piel lo notará y estará más seca y más tensa. La elasticidad e hidratación natural del rostro se consigue con un buen equilibrio de ceramidas. Actúan como una potente barrera ante agentes agresivos para la piel como la contaminación ambiental, los rayos UV e incluso los cambios fuertes de temperatura.
Colágeno: Reduce las tan temidas arrugas y líneas de expresión, dejando una piel más lisa y visiblemente más saludable. Mejora la elasticidad y firmeza de la piel, ayudando a mantener un rostro joven. Elimina el acné y ayuda a reducir la aparición de granitos.